Impresionante el Congreso sobre Perdón y Reconciliación desde la Noviolencia

El 22 y 23 de Septiembre tuvo lugar el tercero de los congreso de la Campaña Noviolencia2018, en esta ocasión centrado en el Perdón y Reconciliación desde la Noviolencia.

Podéis leer la presentación del mismo que hizo Moises Mato.

«No se entiende la historia de la humanidad, no se entiende nuestra historia personal,… sin conflicto. Somos seres sociales, seres relacionales. Nos rozamos, chocamos, vamos de frente y nos damos la espalda, nos miramos bien y mal, abrimos y cerramos las manos, los ojos y ese sorprendente órgano que llamamos corazón.

El conflicto, como el teatro, que a lo largo de 26 siglos ha querido explicarlo, se manifiesta con dos caras :

La primera, sobredimensionada por las pantallas planas que rodean nuestra existencia, se llama NO: No al otro. Es el semblante turbio de las guerras, el terrorismo, la violencia, asesinatos, peleas, discusiones,… Un rostro lleno de lágrimas que en su recorrido dibujan una cartografía emocional devastadora, un mar de sufrimiento. Es la faz de la ruptura, de la división. No en vano Diablo (Dia bolom en griego) significa el que divide. Los libros de historia y las series punteras de la tv nos muestran ese rostro encendido por la ira,unas veces,y convertido en cenizas por la muerte ,otras veces. Nuestra propia experiencia, la de cada uno de nosotros, nos habla de heridas grabadas a fuego en nuestro interior. Heridas que sueñan, como sueñan los niños, con ser curadas… como si de un  milagro se tratara.

Pero hay otro rostro,un rostro cuyo nombre es SI. Sí al otro. Sí al Tú. Que nos advierte que somos seres simbólicos (Sim bolom en griego, significa lo que une). Nuestra aspiración más profunda, consciente o inconscientemente, es la unidad. Nuestra naturaleza se sabe incompleta sin la fraternidad. Somos hijos del amor, nuestra madre se llama amor seguido de algún apelativo por el que todos la nombran y conocen. Pero es amor su nombre fundante. No faltan tampoco historias de ese semblante. Quién tenga ojos podrá descubrir millones de rostros que concretan ese rostro simbólico en forma de sonrisa,… tierna y afable, sencilla, limpia,…

Somos conflicto. ¿Por qué negarlo?

Nos resistimos, eso sí, a dar por buena la absurda teoría, tantas veces refutada, de que el conflicto conduce invariablemente a la división, a nuestro rostro más funesto. Nos resistimos a presentar el rostro del SI como una caricatura, un desdibujo ingenuo, un boceto arrugado. No. Hoy queremos presentar ese rostro,el rostro del SI al otro, como lo que es:  Luminoso, vivo. Una afirmación contundente de la vida. Un grito que recorre los caminos, como un loco, anunciando el amor, que está por venir, a la vuelta de la esquina, a la vuelta de las esquinas que están por limar.

Por eso estamos hoy aquí.

Y habría que decir que aquí significa no ahora, sino siempre.

Por eso estamos hoy aquí.

Y habría que decir que estar aquí no nos aleja, ni un milímetro, de estar allí de donde venimos y donde naturalmente debemos de empeñar nuestros esfuerzos.

Por eso estamos hoy aquí.

Y habría que decir, que estar aquí, en este espacio, en este rincón del mundo, es estar en cualquier otro espacio del  mundo. Porque nada de lo que sucede al hermano no es ajeno.

Por eso estamos hoy aquí. Para recordar, re-cordis, volver a pasar por el corazón, para reconocer que millones de personas han coreografiado con sus vidas un sendero de paz que merece la pena, o mejor, que merece la alegría, conocer, que merece la alegría, saborear lentamente.

La noviolencia se ha inscrito en los surcos de la historia como una experiencia colectiva que demuestra que el odio no tiene la última palabra, como no tuvo la primera. La noviolencia es el regalo que hermanos nuestros, ( lo sepamos o no, hermanos nuestros), nos han ofrecido como evidencia de que el SI puede encarnarse hasta las últimas consecuencias. La noviolencia es el amor hecho política y por eso, gracias a ellos, la política sigue siendo la búsqueda colectiva del bien común. Por eso todos, en cuanto amantes, podemos ser políticos. Y podemos demostrar que salir de los problemas juntos es la máxima expresión de la política.

La noviolencia es el patrimonio de los empobrecidos que lucharon solidariamente a lo largo de la historia, que ya demostraron que es posible transformar la realidad utilizando la fuerza del amor, la fuerza de la verdad, la fuerza de la justicia, que pagaron un precio por ello,… La noviolencia es el tesoro que merece ser buscado aun a riesgo de perderlo al primer contratiempo.

Como nos recuerda el reverendo Luther King del cual conmemoramos 50 años  de su muerte este 2018. La noviolencia se rige por seis principios:

UNO La noviolencia es un estilo de vida para personas valientes. Es resistencia activa sin violencia en contra de la injusticia y el mal.

DOS La noviolencia busca ganar amistad y entendimiento. El resultado final de la noviolencia es poner fin a una injusticia y lograr la reconciliación. El propósito de la noviolencia es crear una comunidad de amor.

TRES La noviolencia busca derrotar a la injusticia y no a las personas. La noviolencia reconoce que los que hacen el mal también son víctimas.

CUATRO: La noviolencia sostiene que el sufrimiento puede educar y transformar. La noviolencia acepta el sufrimiento sin rencor. La noviolencia acepta voluntariamente las consecuencias de sus actos.

CINCO: La noviolencia elige el amor en lugar del odio. El amor noviolento es activo, no pasivo. El amor noviolento siempre perdona para reestablecer los lazos de la comunidad.

SEIS: La noviolencia cree que el universo está a favor de la justicia. La noviolencia cree en un Dios de justicia.

Venimos a este encuentro a contemplar la noviolencia porque como dijo un viejo sabio: El alma se convierte en lo que contempla.

Nuestro rostro simbólico, nuestro rostro del SI, se reconoce también en el rostro del NO, el rostro diabólico. En nuestros enfrentamientos hacia fuera reflejamos también nuestros enfrentamientos internos.

Pero hay una sed que nos transciende. Una sed que sólo se calma en la reconciliación. Un horizonte, no sólo deseable, también alcanzable, de encuentro leal, honesto, sincero. Un horizonte de vidas que se rompen, sí, se rompen, porque la vida es así. Pero que al segundo de romperse ya anhelan de nuevo la unidad.

Debemos romper la espirar del ojo por ojo que nos conduce irremediablemente a una ceguera colectiva, de resentimientos incurables y venganzas absurdas. Maduramos como personas, como sociedad, cuando comprendemos que vencer a otro ser humano es tan amargo como ser vencido por él. La alegría profunda emana de la victoria sobre el mal, no sobre ningún ser humano.

Y por eso estamos hoy aquí.

Venimos a reflexionar sobre el perdón y la reconciliación. Venimos seguramente conscientes de que nuestras experiencias, positivas y negativas, conforman la materia prima de nuestro diálogo este fin de semana. Necesitamos perdonar y ser perdonados. Necesitamos reconciliarnos. Más de lo que a veces imaginamos. El mundo lo necesita.

El perdón es un regalo. Un gran regalo.

El perdón es un misterio como lo es tantas veces el mal.

El perdón es una aventura humana impagable.

El perdón es una puerta abierta al infinito.

Podríamos seguir… porque ante la experiencia que nos convoca el lenguaje encontrará mil fórmulas para definir, sin agotarse en ninguna de ellas. Podríamos seguir, pero no hemos venido a definir sino a compartir, no hemos venido a analizar sino a descubrir, no hemos venido, curiosos, sino inquietos.

Sed bienvenidos y bienvenidas.

 AMAZING GRACE EN SUDÁFRICA

Imaginemos esta escena de un juicio en Sudáfrica hacia el año 1996. Una débil ancianita de raza negra se incorpora lentamente. Tiene algo más de 70
años de edad. Ante ella al otro lado de la sala, hay varios agentes de seguridad, policías blancos, uno de los cuales, el Sr. van der Broek, acaba de ser juzgado e implicado en los asesinatos del hijo y del marido de la mujer hace varios años.

Fue en efecto el Sr. van der Broek, queda ahora establecido sin lugar a dudas, quien había venido a la casa de la mujer años atrás, se había llevado a su hijo, le había disparado a bocajarro y luego quemado el cuerpo del joven en una hoguera mientras él y sus subordinados bromeaban y se reían.

Pocos años después, van der Broek y sus secuaces habían vuelto para llevarse también a su marido. Pasaron muchos meses sin que ella supiera nada de él. Por fin, casi dos años después de la desaparición de su marido, van der Broek vino a por la mujer. ¡Con cuánta claridad recuerda ella aquella tarde, cuando fue conducida al lugar junto al río donde le mostraron a su marido, atado y lleno de golpes pero aún fuerte en el espíritu, que yacía sobre un montón de leña! Las últimas palabras que oyó de sus labios mientras los agentes echaban gasolina sobre su cuerpo y le prendían fuego fueron: «¡Padre, perdónalos!»

Y ahora la mujer se incorpora en el juzgado y oye las confesiones que pronuncia el Sr. van der Broek. Un miembro de la Comisión Sudafricana para
la Verdad y la Reconciliación se vuelve hacia ella y le pregunta:

—Y bien: ¿qué desearía usted? ¿Cómo ha de ejecutarse la justicia en este
hombre que ha destruido su familia con tanta brutalidad?

—Desearía tres cosas —empieza la anciana con calma pero sin titubear—.
En primer lugar, quiero ir al lugar donde quemaron a mi marido para poderrecoger el polvo y dar una inhumación honrosa a sus restos.
Hace una pausa, luego continúa:

—Mi esposo y mi hijo eran toda la familia que yo tenía. Desearía, por tanto, que el Sr. van der Broek sea de ahora en adelante hijo mío. Quiero que venga a verme al gueto dos veces al mes para pasar el día conmigo y que yo pueda así dedicarle todo el amor que todavía me pueda quedar.
—Y por último —añade—, desearía una tercera cosa. Quisiera que el Sr. van der Broek sepa que le doy mi perdón porque Jesucristo murió para perdonar. Este mismo fue el deseo de mi marido. De manera que ruego que alguien me eche una mano para que pueda cruzar esta sala con el fin de estrechar al Sr. van der Broek entre mis brazos, besarle, y hacerle saber que de verdad ha sido perdonado.

Mientras los alguaciles ayudan a la ancianita a cruzar la sala, el Sr. van der Broek, sobrecogido por lo que acaba de oír, se desmaya. Mientras se desploma los que están presentes, amigos, parientes, vecinos, todos ellos víctimas de décadas de opresión e injusticia, empiezan a cantar suavemente pero con intensidad el viejo himno góspel, Amazing Grace,
 

 

 

 

 

 

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